Sobre el anterior post, me permito hacer una pequeña gran aclaración: el concepto no era la comunidad del mutuo acuerdo, sino la comunidad del mutuo elogio. No sé en qué momento confundí los dos términos, ni mucho menos cómo fui capaz de elaborar todo un discurso a partir de algo que realmente nunca fue dicho... Pero no importa, porque igual el "nuevo" concepto también me da de qué hablar.
Y es que me aterra. Me da el no sé qué cuando escucho o leo al ya típico grupo de amiguitos/as que nunca son capaces de decirse las cosas malas y prefieren vivir en una mentira, un mundo de cristal en donde todos son lindos, todos son geniales, todos son buenas personas, todos son súper tesos y, en conclusión, todos son lo mejor, ¿ok?
Ahora parece que cada vez es menos la gente que tiene el valor de decir las cosas como son... No digo que yo sea parte de ese exclusivo club, pues en variadas ocasiones he preferido no decir nada; sin embargo, de ahí a decir cosas que no son verdad hay mucho trecho. No es lo mismo un buen intento a un buen trabajo; tampoco es lo mismo verse bien a ser atractivo (de nuevo, sin pretensiones de incluirme en el exclusivo club) ni se puede confundir la verdadera originalidad con extravagancia ni mucho menos con estupidez... Y así un largo etcétera de eufemismos que constantemente usamos (porque, querido lector, usted y yo alguna vez lo hemos hecho también) para tratar de revivir un autoestima que desde el principio estuvo kilómetros bajo tierra.
¿No cree usted que le hacemos más bien a nuestros amigos si, en lugar de tratar de ocultarles la verdad, les hablamos -de buena manera, eso sí- acerca de esos detalles que pueden mejorar y que ellos por su cuenta nunca podrían ver?
Y es que me aterra. Me da el no sé qué cuando escucho o leo al ya típico grupo de amiguitos/as que nunca son capaces de decirse las cosas malas y prefieren vivir en una mentira, un mundo de cristal en donde todos son lindos, todos son geniales, todos son buenas personas, todos son súper tesos y, en conclusión, todos son lo mejor, ¿ok?
Ahora parece que cada vez es menos la gente que tiene el valor de decir las cosas como son... No digo que yo sea parte de ese exclusivo club, pues en variadas ocasiones he preferido no decir nada; sin embargo, de ahí a decir cosas que no son verdad hay mucho trecho. No es lo mismo un buen intento a un buen trabajo; tampoco es lo mismo verse bien a ser atractivo (de nuevo, sin pretensiones de incluirme en el exclusivo club) ni se puede confundir la verdadera originalidad con extravagancia ni mucho menos con estupidez... Y así un largo etcétera de eufemismos que constantemente usamos (porque, querido lector, usted y yo alguna vez lo hemos hecho también) para tratar de revivir un autoestima que desde el principio estuvo kilómetros bajo tierra.
¿No cree usted que le hacemos más bien a nuestros amigos si, en lugar de tratar de ocultarles la verdad, les hablamos -de buena manera, eso sí- acerca de esos detalles que pueden mejorar y que ellos por su cuenta nunca podrían ver?
Totalmente de acuerdo, tambien pienso que la cosas hay decirlas (Tarde que temprano pero hay que decirlas), sean para bien o para mal.
ResponderEliminarEs importante recordar querido Schemast, que una verdad mal dicha puede traer consecuencias feas, pero una verdad con buenas intenciones no duele tanto
ResponderEliminarLo pasé totalmente por alto pero sí, no es lo mismo decir una verdad que lanzar un sarcasmo. Lo he aprendido un tanto a la fuerza.
ResponderEliminarHombre, el problema radica en que:
ResponderEliminar1. La gente suele rodearse (o por lo menos las nuevas generaciones) de gente con autoestima en niveles parecidos...
2. Se suben la autoestima unos a otros con maricadas...
3. Rayan en lo absurdo y en lo ridiculo para salir del encasillamiento. Irónicamente, ahí es cuando se encasillan...