lunes, 6 de abril de 2009

La guerra de los egos

Ambos peleaban por saber cuál de los dos tenía la razón... Pero ambos estaban equivocados, pues está la razón lejos de ser absoluta; mientras el odio, el resentimiento, el orgullo y los complejos de cada uno los tenía muy, muy cerca de su propia destrucción. Y sólo si, tan sólo si recordaran que ambos son meras existencias -débiles y efímeras- en la vasta infinidad, quizá sólo así recordasen esa humildad perdida ante la falsa ilusión de omnipotencia...

¿O será que es sencillamente imposible para el hombre, resignarse ante su propia debilidad? No lo sé yo, y quizá ellos nunca se hayan detenido a pensarlo...

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